Neon

Luz neón 152

Stand up pícaro

Manuel Basaldúa Hernández

 

La forma de entretenimiento que ha hecho fanática a la gente es el stand up. La mayoría del público latinoamericano en estas últimas fechas se ha volcado al consumo del stand up. La irrupción de las redes sociales ha servido para que el éxito de quienes se dediquen a ello sea casi una garantía. Aunque también abarrota los eventos en vivo y se desgañita por ser participante-víctima del cómico en turno.

El stand up es la realización de un monologo ejercido por un sujeto en un estrado frente a un pequeño grupo de personas. El contenido del monologo es por lo general las vivencias del actor, o la interpretación de sus vivencias. Muchas de estas convertidas en chistes, o descripción de las desgracias propias o ajenas. Entre más descarnadas o denigración hacia la gente parece tener más efectividad. La gente lo considera mejor, porque así causa mas risa.

Reírse de los defectos o desgracias de los demás, se ha convertido en la esencia del stand up. Pero este ejercicio de monologo ha ascendido. Entre más soez, más cínico o que se use más vituperios y groserías es creciente el efecto sobre la gente.

El stand up está regido por la regla de tres que es el canon de la comedia y el espectáculo del chiste: la premisa, el patrón y el remate. Hasta ahora, el más popular en México es Franco Escamilla, y luego le sigue una caravana de standoperos que son del gusto de la fanaticada. Sus “contenidos”, así le llaman a los videos que presentan, son vistos millones de veces, por un número similar de personas o quizá lo repitan para regocijarse de nuevo.

El standopero más famoso en el pasado reciente fue Adal Ramones con su monologo de la tele, pero el más famoso y popular era Polo Polo. De los standoperos (este no es el termino propiamente dicho, pero lo tropicalizamos para referirnos a ellos fácilmente) más sarcásticos y dedicados a la política es Brozo. En el Siglo XX, una especie de standopero antes del stand up fue Jesús Martínez Rentería, más conocido como “Palillo” que se presentaba en el Teatro Blanquita del Distrito Federal, y en ocasiones salía de gira con una carpa. Irreverente y procaz, Palillo se enfocó en la sátira política en un tiempo en que la censura y la represión era cosa seria.

Ahora, el stand up tiene decenas de temáticas, muy diversas; machistas, feministas, transgénero, sexistas, sobre mujeres, sobre hombres, la variedad es rica, y todos estos tipos tienen una amplia demanda del público. El stand up cala en el humor, en los sentimientos, en los pensamientos, en la proyección sobre datos o sucesos de quienes lo escuchan.

En México hemos hecho que el relajamiento, la risa y la carcajada muestren la miseria humana, y el que escucha se convierte en una víctima proyectada. Dice Octavio Paz en El Laberinto de la Soledad, en su apartado sobre Máscaras Mexicanas que “viejo o adolescente, criollo o mestizo, general, obrero o licenciado, el mexicano se me aparece como un ser que se encierra y se preserva: máscara el rostro y máscara la sonrisa. (…) Plantado en su arisca soledad, espinoso y cortés a un tiempo, todo le sirve para defenderse: el silencio y la palabra, la cortesía y el desprecio”. A su vez, Yurany Safille Pelaez dice que “la ironía comprendida como el arte de burlarse de alguien, de denunciar, de criticar o de censurar algo, como valor conceptual de algo cuando realmente se quiere desvalorizar, utilizando una postura crítica diferente para caracterizarla como acto artístico y simbólico.

El presidente de México desde el inicio del sexenio ha impuesto “La Mañanera”, que primero prometia ser un ejercicio de rendición de cuentas de su función de gobernante. Lo cual sorprendio a todos y se vió con buenos ojos por su propuesta innovadora, abierta y democrática, pero mas tarde que temprano se transformó en lo que el mismo llamo “derecho de replica” a las observaciones o criticas a su ejercicio de gobierno. Y asi impuso un espectaculo similar al stand up contemporaneo, donde no solo es monologo, sino que hace participar al público, en este caso en su mayoria a dudosos periodistas que le sirven de coristas, pero sabedor que miles lo miran a travez de las transmisiones del Gobierno y se convierten en su publico, en sus “fans”.

Todos tenemos en cuenta como es ya este ejercicio de monologo del prsidente, donde en ocasiones se le hacen preguntas puntuales por periodistas de medios criticos, y el responde lo que le viene en gana. Hace malos chistes, se burla y denosta a quienes le exigen datos serios sobre su ejercicio.

El relativo éxito que ha cosechado el presidente con su stand up en el transcurso de sus transmisiones y “performances” ha sido gracias a que ha sabido alimentar la insidia en parte de la poblacion que se hartó de la corrupcion y mal gobierno que ejercio el partido hegemonico priista y el periodo del gobierno de derecha panista que no pudo superar los males del priismo. Sus seguidores, encaminados por granjas de bots y sus compinches, han convertido en fanaticos más que en ciudadanos criticos de su realidad.

Los seguidores de tal programa televisivo se han olvidado de que quien esta en la maximo tribuna es un mandatario con todo el peso del estado, y ven en él al mejor standopero del momento. Habrá que poner atencion ya no en el standopero, sino en estas masas que han dejado su papel ciudadano, adoptando su papel de fanatico.

La masa fanatica tiene una incapacidad de escuchar, oye, pero no escucha, dicen los autores de la Escuela de Frankfurt, con una campaña intensa de propaganda o difusión del poder todas las relaciones mediáticas invaden las relaciones sociales y sus impulsos provocando una cierta ceguera mitica transformandolos en simples seres genericos, producto del aislamiento de la colectividad y de la comunidad. Y esto hace que sea más facil provocar la división y el encono contra sus semejantes.

Usted decide si La mañanera es un ejercicio de rendicion de cuentas, o un vulgar stand up que mina las instituciones y el estado.

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