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Luz Neón

Muchas ciudades, una ciudad

Manuel Basaldúa Hernández

 

Querétaro ha estado concentrando muchos inmigrantes a lo largo de su historia. La fusión de culturas, pensamientos, formas de actuar, de disfrutar la ciudad y de querer transformarla es la misma como la de los naturales y los que se han sentido ya parte de esta tierra.

Desde luego esta historia es la misma de todas las ciudades. Sin embargo, la intensidad de las discusiones y los acuerdos y desacuerdos de cómo debe ser la ciudad y el Estado es más agudo y estridente en Querétaro que en cualquier otra parte de la República. Es un fenómeno algo curioso, y no deja de llamar la atención de sus habitantes, así como de sus visitantes.

Retomaré la fase de transformación visible de Querétaro a partir de la primera industrialización. Aquí se abre un nuevo escenario porque deja su carácter agrícola al cien por ciento y lo agroindustrial abre una puerta nueva a la transformación. Nestlé, Purina, Gerber, Kellog´s son empresas que le dan nuevo aire. Luego viene el sector metalmecánico a redondear este cambio.

La población totalmente católica empieza a recibir y ver la presencia de grupos protestantes en el paisaje queretano y desde luego en los pasillos de las fábricas. Un dato curioso es que las fechas de la peregrinación a la Basílica o en semana santa se detenían los talleres debido al ausentismo de sus obreros. Los protestantes no tendrían esa fuerza de ausentarse y serán mas cumplidos.

Otra de las grandes oleadas de población sucedió a raíz del gran sismo de mediados de la década de 1980, cuando muchos habitantes llegaron a esta capital y veían que no sucedia nada y no había nada que hacer en términos de recreación, abastecimiento y ofertas de trabajo.

A partir de ahí el fomento a la industria de todo tipo trajo una constante e imparable oleada de migrantes que poco a poco fueron tomando su carácter de “queretano” por adopción, y se sumó a los queretanos naturales. Pero las nuevas cepas de queretanos ahora quieren una ciudad como a su modo, con exigencias, formas de comportamiento, visión de paisaje humano, político, cultural, y ahora con estos nuevos conceptos de urbanización, ambiental y de formas de gobernar.

Todos exigen y quieren dar instrucciones de cómo vivir en Querétaro, y de cómo gobernar. Todos traen su modelo de ciudad, de tal forma que quieren imponer sus modelos de Querétaro. Unos le apuestan a la tradición, otros a su transformación, pero todos a su forma de pensar y de conveniencia. No piensan en una colectividad, aunque la nombren, es la paradoja si lo hacen como vecinos o como ciudadanos de una población que cambia día a día para dar soporte a las demandas de sus integrantes.

 

Se ha perdido o extraviado el modelo de la queretaneidad -cómo si hubiese existido esta algún día- y quienes se quejan de ello son invitados a que se vayan, y los recién avecindados tildan de incultos y poco cosmopolitas a los queretanos de antaño o quienes defienden el terruño. Un elemento más que se ha sumado a esta contienda identitaria es el político; panistas y morenistas se acusan de inoperantes, o de falta de visión para manejar la administración pública, como si se tratara de discurso o de decreto la condición unilateral, material y de servicios esta metrópoli.

Así, tenemos una ciudad imaginada; morenista o panista, una de inmigrantes y locales, de ambientalistas, de urbanistas, de colonos que piden todo y no colaboran, de malandros, de inmobiliarias, de rapaces, de inversionistas nacionales y extranjeros, de trabajadores, todo dentro de un espacio que da lugar a una fragorosa batalla sin encontrar un punto medio de colaboración colectiva, y de aportación al bien comunitario.

Mientras tanto, la infraestructura y la ciudadanía ha hecho de carencias, falta de planeación, deterioro de recursos naturales y materiales, un escenario común y cotidiano. Todo es queja, pero no exigencia, todo es ofrecimiento, pero no soluciones. Esperemos que pronto llegue un momento donde los habitantes de Querétaro encuentren un punto de convergencia y la convivencia tenga otros derroteros y otras formas de intercomunicación.

Para que quienes arriben en el futuro encuentren la tierra con oportunidades sin que se tenga que regatear nada, y los locales no caigan en la tentación de aborrecer y querer expulsar a los inmigrantes. ¿O así será siempre en este lugar?

 

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