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Luz Neón

 

Mochila escolar y derechos humanos

 

Manuel Basaldúa Hernández

 

La discusión sobre la aplicación de la llamada “operación mochila” derivada del lamentable accidente ocurrido con el niño que llevó una pluma pistola a la escuela y dio muerte a uno de sus compañeros ha vuelto a llamar la atención.

Para unos es necesaria porque así se controla lo que pueden llevar los estudiantes a los planteles y evitar accidentes. Para otros eso es detentar contra sus derechos humanos.

En el primer caso los argumentos vertidos es que no hay una vigilancia suficiente en la casa de los estudiantes que puedan evitar llevar cosas distintas a las necesarias para las actividades del alumno.  Para los segundos, la revisión de las mochilas vulnera los derechos humanos de los estudiantes y atenta contra su dignidad.

Detengámonos en este caso un momento. ¿Qué puede llevar un estudiante de educación básica en su mochila, aparte de sus libros, cuadernos, sacapuntas, lápices, bolígrafos, colores, juego de geometría, un sándwich o torta de jamón, agua o un pau pau que sea motivo de violación de su derecho humano?

La definición más simple de los DH es que son prerrogativas sustentadas en la dignidad humana y que tienen que ver con el desarrollo integral de la persona. Los DH se aplican a todos por igual sin ninguna distinción.

Quizá la salvedad de violar estos DH al revisar la mochila es que alguno no dé el consentimiento para ello y con esto se vulnere su privacidad y atente contra su dignidad. Pero hay una consideración en la aplicación de los Derechos Humanos que deben ser basados en el principio de universalidad, de interdependencia, de indivisibilidad, y de progresividad.

También se señala que son inalienables, es decir que no pueden suprimirse salvo en determinadas situaciones y las debidas garantías procesales, o sea, cuando un tribunal de justicia dictamina que una persona es culpable de un delito y debe pagar o cumplir una condena estipulada en las leyes.

México es una sociedad proclive a sobreregular las leyes, las normas, los preceptos morales, y los reglamentos. Esta más por el castigo y la regulación del comportamiento y actuar del ciudadano, sus autoridades y hasta a sus gobernantes. Cosa que no es funcional positivamente ni para las autoridades ni para sus ciudadanos.

Y la institución de los derechos humanos no es una promotora de la etica ni la moral de todos estos, sino de un contrapeso a la acción de las autoridades muchas veces con un sinsentido para la armonia social.

La discusión se centró en la vulneracion de los derechos de los niños al revisar la mochila, en trastocar la dignidad de los estudiantes. Y no en la promoción de una conducta correcta para el aprovechamiento del espacio educativo, y que se debe llevar solamente lo necesario y adecuado para tal fin.

Vigilar y Castigar, como señalaba Focault es la perversion de la sociedad y la aplicación de medidas punitivas, mas que la promoción de las acciones correctas y éticas de equilibrio de poder.

 

Cada vez que ocurre una desgracia aparece la demanda de la “operación mochila” junto con su oposición a ello y el señalamiento de la vulneracion de los derechos humanos, a la que contribuyen los representantes de figuras legales de gobierno y de las DH, se hace un galimatias legal y mediatico, y todo termina sin resolver nada, hasta la nueva desgracia y vuelta a la discusión, como el mito y castigo de de Sisifo.

El espacio educativo sigue cojeando de muchas patas y no logra convertirse en un espacio e instrumento de desarrollo integral que forme a ciudadanos correctos, éticos y productivos académicamente. Y si es un espejo de la sociedad a donde emergen sintomas de distrofias o anomias familiares, individuales o comunitarios que alejan a los actores maestros y alumnos de una correcta instrucción escolar a la que deben entregarse a cuerpo y alma.

Es un espejo de los gobiernos locales y federales que en su persecución de fines politicos e ideológicos se distraen de habituallar de instrumentos y recursos materiales para conseguir exitosamente la educación.

En la mochila deben transportarse libros, cuadernos y buenos propósitos para el desarrollo del estudiante, y puede revisarse cuantas veces se quiera y ante los ojos de todos sin detrimento de violacion de los derechos humanos.

 

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