Neon

Luz Neón

Las celebraciones de Independencia de los países son una fiesta para la ilusión y el perpetuo engaño. Es una especie de performance donde se busca la paternidad perdida de un territorio y su gente que reclama las fuentes de su origen sin lograr encontrarla. El caso más palpable es el de nuestra nación mexicana. El “Día del Grito” alude a una gesta que se le atribuye al cura Miguel Hidalgo y Costilla que se levanta contra “los españoles” y con ello se inicia la guerra de independencia de la Nueva España de la Monarquía de España.

En Querétaro inicia esta celebración con una cabalgata de “los conspiradores” evocando a una junta de notables que llevarían a cabo un alzamiento que derrote a los seguidores del Rey de España. De acuerdo a los datos históricos, encontramos que los conflictos surgieron por la división entre criollos y peninsulares que buscaban independizarse de aquella forma de gobierno unos, y otros seguir bajo la tutela de la corona peninsular. La susodicha cabalgata recorre desde Querétaro al poblado de Dolores Hidalgo, obviamente en caballo. Es decir, el simbolismo de la participación de los criollos y algunos peninsulares que se les unieron. Ni un indígena nativo de estas tierras es representado en esta cabalgata ranchera porque el asunto no era de su incumbencia o simplemente no estaba integrado ni tenia interés en la separación.

Los peregrinos que llegaron de la mística Aztlán, llamados aztecas que se establecieron en el Valle del Anáhuac, y que dieron origen a los mexicas, y a su vez dieron el nombre de México a este territorio, y que idilícamente los elogiamos y nos ufanamos de ellos. Pasando por alto, como dice Martín Luis Guzmán, que pensamos a “aquella civilización indígena, tan incoherente y extraña si hemos de tener por cierta la esencia de nuestros relatos históricos? Solo el impulso inconsciente, aunque poderosisímo, pudo producir la avanzada organización azteca en una sociedad inhumana y antropofágica, cuya religión, amasada de supersticiones y terrores, no conoció los mas débiles destellos. De la moral”. Sin embargo, estos fueron los conquistados por los españoles, que impusieron su religión, el bautizo y sus costumbres tanto como su economía y religión. Y que siglos más tarde tales herederos del Aztlán convertidos en manojos de rurales indígenas no participan en la conspiración ni en la búsqueda de la independencia. Lejanos de los intereses de los peninsulares y criollos son los mestizos, los negros e indígenas que no solo tienen diferencias tribales sino linguistícas que impiden tener un consenso entre ellos y una causa común. Son gleba con hambre y padecimientos de epidemias destinados al trabajo duro y la creación de riqueza para los conquistadores.

Ese escenario de los siglos pasados esta vigente en el siglo presente. Los criollos y mestizos que tienen apropiada la marca registrada de México, creen que son independientes de España, pero son ahora dependientes de los grandes centros bancarios, de las naciones con tecnólogia y modelos educativos. En tanto que la población indígena, que conforman

los ahora llamados “pueblos originarios” siguen sometidos al sector folklórico y artesanal, a la gleba que vive en la miseria y en la pobreza extrema, a la que están destinados a vivir en los cruceros de las calles pavimentadas de los centros urbanos, con la cara pintarrajeada y haciendo torpes malabares pidiendo limosna, destinados a dormir en la periferia, mientras en medio de la arquitectura novohispana, hablando español, se festeja la independencia de una nación otrora conquistada a su vez allende los mares. Y el gobierno integrado por mestizos con ideología criolla, endeudandose hasta el limite sigue festejando la independencia económica, sometiéndose a otros imperios.

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