Manuel Basaldúa Hernández
“Una imagen presenta un complejo intelectual y emotivo en un instante temporal” señala Ezra Pound. La imagen vista, pensada o soñada plasmada en la escritura sobre el papel es la poesía. Por eso los clásicos la consideraban la mayor de las artes, después de la escultura, la pintura, la danza y el teatro. Pero esa sencillez también conlleva una complejidad que hace que pocos la comprendan a botepronto, aunque sea emotiva al entrar en contacto con ella. Aunque, muchas veces no es necesario comprenderla, sino sentirla solamente.
La voz de la poesía es como un ruido constante de un río que fluye interminable entre la vida. Una poesía escuchada o leída nunca será misma si se vuelve a repetir. Cómo el río de Heráclito “ningún hombre puede cruzar el mismo río dos veces, porque ni el hombre ni el agua serán los mismos”.
Pues el 21 de marzo estuvo dedicado al Dia Mundial de la Poesía. Y en Querétaro se llevó a cabo un exiguo evento en el Centro Cultural Gómez Morín. El estrado estaba compuesto por cinco poetas y dos poetisas. El incipiente público estuvo compuesto mayormente por familiares de los lectores, y algunos despistados que acudimos expresamente al evento, entre todos ellos no rebasamos los 25 oyentes.
Cada poeta tuvo un tiempo asignado, pero como todos buenos poetas las unidades de tiempo eran elásticas y libres. Leyeron su producción de hace años o de reciente creación, con sus voces musicalizaron el ambiente. El maestro de ceremonias hizo la presentación mediante la referencia del historial curricular de cada participante sin consideración de la síntesis. Y el público escucho atentamente a cada uno de ellos de acuerdo a su generosidad de lectura.
Se debe agradecer este gesto del Centro Cultural Gómez Morín y de la UAQ, -no se le entendió bien al maestro de ceremonias que dijo sobre la colaboración-. Porque la Secretaría de Cultura, tanto la Estatal como la Municipal, y la propia Universidad que ha dado tantos poetas, se ocuparon de tan noble e ingrata actividad.
La cultura en Querétaro en estos últimos sexenios o periodos de Gobierno es un páramo. La cultura como cultivadora de sus ciudadanos en las artes, del espíritu y formadora de artistas, de literatos, de pintores, de lectores, de músicos, de danza, de promotores, de folcloristas, de cineastas, entre otras grandes disciplinas ha sucumbido ante el interés institucional de ofrecer espectáculos a los turistas más que de aglutinar a sus artistas y literatos para fomentar la productividad y la creación.
Los artistas y literatos queretanos se han dispersado como gacelas temerosas o parvadas de pájaros nerviosos refugiándose en cuevas anónimas ante el abandono al que han sido sometidos, de tal forma que su ausencia es solo un eco descolorido de las hazañas de antaño.
Al Gobierno local le ha acomodado más el propósito de entretener a los visitantes que cultivar a los ciudadanos, de crear y generar artes y disciplinas que muestren la formación artística y cultural de la Entidad.
El busto del poeta José Luis Sierra, recién develado hace semanas en uno de los andadores del Centro Histórico lució abandonado, solitario, sin ninguna ofrenda floral y sin ninguna referencia a este Día Mundial de la Poesía. Igual pasó al olvido homenajes a José Luis de la Vega, Salvador Alcocer, a Humberto Carrión, Hugo Gutiérrez Vega, Paula de Allende, y al prolijo escritor Francisco Cervantes, por citar solo algunos.
Pero no todo está perdido aún, latentes están las mujeres poetas, los hombres poetas, los jóvenes y viejos literatos que mendigan espacios en la radio, en publicaciones efímeras, en colectivos clandestinos, haciendo colectas económicas similares a las kermeses populares para efectuar sus deslucidas reuniones, mientras el fasto infértil del espectáculo gubernamental ejerce la pompa y placa de la elite.
Entre el cemento frio de los muros del Gómez Morín se escucha el eco de un texto leído por Paulina Barrientos: “caducará mi blancura perfecta/en la relatividad de tus manos/donde recreaba mi edad juvenil/ y me afiancé a ella hasta saciarme/ hasta que la tensión/de mi cuerpo propasó los límites,/…” Así terminó en la noche el Día Mundial de Poesía.
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