Luz Neón
Corta crónica sobre unos cronistas queretanos
Manuel Basaldúa Hernández
Actualmente la crónica es considerada un género hibrido dentro del mundo de la narrativa. Su estructura bordea la creación literaria bajo un guiño del periodismo, porque debe ajustar sus líneas a partir de la observación, el registro de los hechos de las personas y sus acontecimientos dentro de la línea del tiempo.
En Querétaro la crónica ha sido una de las tareas que con mucha dedicación se han encargado varias personalidades ilustres de la comarca. La huella de José Guadalupe Ramírez Álvarez, quien no solo era un prolijo escritor sino un estupendo contador de hechos de nuestra ciudad y sus alrededores todavía se encuentra en las calles adoquinadas de la ciudad.
Su personalidad con garbo y su voz pausada y enfática le daba un aire más solemne a los hechos que describía tanto en sus publicaciones como en sus emisiones radiofónicas. Posteriormente escuchamos la crónica queretana a cargo del Profesor Eduardo Loarca Castillo, que le ponía picardía a sus enunciados, y era más agradable escucharlo en persona, porque era una fuente interminable de descripciones que compartía, con esa forma dicharachera que sorprendía a propios y extraños, y que hacia sonrojar en ocasiones a sus oyentes con sus relatos.
Después le puso un toque de seriedad y formalismo Roberto Servín, y la crónica se hizo leve. Posteriormente, la presencia de Garrido del Toral volvió a ser entretenida y docta la aportación. Encóntrabamos una charla y descripción mas arrojada, pulida y minuciosa con Andrés Garrido, quién se atrevía a adjetivar muy ingeniosamente a los personajes, y le ponía un toque lúdico a sus aportaciones, dado que el no era precisamente un testigo, sino muchas veces protagonista de muchos hechos que describía.
Ahora, la crónica del municipio esta bajo el encargo de un joven (dentro de lo que cabe de un hombre experimentado y maduro) Eduardo Rabell Urbiola, a quien la etiqueta y el formalismo le da marco a esta noble tarea de hacer la crónica de la ciudad y sus alrededores que tiene a cargo el Ayuntamiento. Desde luego hay que hacer referencia a Jaime Zúñiga Burgos que ha sido designado cronista de Querétaro, y quien es una enciclopedia de datos no solo de El Marqués, sino de toda la entidad queretana y además se apega casi ortodoxamente a la ordenación de los eventos acaecidos dentro de una línea del tiempo, tal como lo marcan los cánones de la crónica.
A todos los primeros mencionados lo he conocido personalmente y tuve la oportunidad de convivir con ellos. A Jaime Zúñiga no he tenido la fortuna de conocerlo personalmente, solo a través de su amplia y basta bibliografía, sus redes sociales y su entrevistas en radio, espero algún día poder platicar con el.
Cómo vemos, Querétaro cuenta con una rica y amplia presencia de cronistas. Y ahora esta actividad y cargos se hace mas extensa al contar con cronistas en cada una de las siete Delegaciones del H. Ayuntamiento de Querétaro. Tal es el caso de Raúl Álvarez Huerta, quien acaba de presentar una modesta publicación titulada “Crónicas ochenteras queretanas”. Pero esta modesta publicación es una rica compilación de textos agrupados por cápitulos y que logran la cantidad de catorce. Aunque se refiere a distintos momentos y lugares tiene la particularidad de hacerlo desde el mirador de un territorio otrora estigmatizado, Lomas de Casa Blanca.
En el epígrafe de la publicación señala que “en cuanto al estilo del formato, es muy probable que los eruditos de la materia este parezca poco ortodoxo e iconoclasta, quizá tengan razón”. Y esta advertencia es muy oportuna porque los capitulos transcurren sin una referencia de fechas y articulación cronológica estricta. Como dijo el autor mismo, se toma la licencia de novelarlas y hacer el texto mas libre.
Un sello del medio que le toca hacer crónica con este estilo destaca el capítulo 5, “Blues en el Callejón del Beso”. Referencia a la juventud de Lomas y su secundaria. De la descripción de una pareja (heterosexual debo advertir a estas alturas del tiempo) de púbertos que exploran el inicio de la calentura hormonal.
Si los habitantes contemporáneos de esta estridente y lánguida barroca metrópoli queretana quieren conocer parte de su historia actual deben leer estas crónicas ochenteras. Presentada, por cierto, en el Patio del Edificio de la Delegación Centro Histórico frente a un nutrido público. Con la observación de que el rango de edad era mayoritariamente compuesto por adultos mayores y algunos maduros. Es decir, vi solamente un par de jovencitos que iban de acompañantes.
Refiero este dato porque creo que el ejercicio de la crónica y la historia del territorio debe de fomentarse entre estas nuevas generaciones absortas en una realidad virtual compuesta de avatares y algoritmos, y que no son protagonistas del cambio material y físico socialmente que nos ocurre.
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