Luz Neón
Manuel Basaldúa Hernández
El tráfico de Querétaro es la novedad. A partir de la obra de transformación de la Avenida 5 de febrero el tema recurrente es lo que sucede con los autos y demás vehículos de motor que circulan en esa área y sus vías alternas.
Para unos este periodo de construcción se ha convertido en un suplicio. Para otros en un reto de paciencia, para otros más, en un mal necesario. Hay quienes lo quieren percibir desde un ángulo político, tanto a favor como en contra de las autoridades locales responsables del proyecto. Hay que quienes se rasgan las vestiduras (del auto) con esta obra y perciben las acciones como un desastre apocalíptico.
Desde luego que toda obra pública causa trastornos y rompe el ritmo de lo cotidiano. Pero esta obra ha hecho más evidentes varios aspectos que debemos abordar en el campo de “la cultura del automovilista” de Querétaro. A nivel estructural, se destaca la carencia de un sistema de comunicación vial suficiente articulado y funcional para dar respuesta a la profunda demanda de acuerdo al parque vehicular existente y futuro. El desfase de vías de comunicación y las extensas áreas de vivienda y urbanísticas que se reproducen por la creciente demanda demográfica a la que está siendo sometida la entidad sin que sea paralela la extensión y amplitud de esas vías necesarias. Y desde luego, a un deficiente sistema de transporte colectivo y alternativo para vehículos de transporte sustentable, entre ellos la bicicleta.
Pero un elemento importante que no debemos soslayar en este momento en que se celebra la COP27 en Sharm el-Sheikh, que la infraestructura queretana no esta preparada para responder al llamado para ayudar a reducir 1.5 grados el calentamiento global. Es decir, para el 2050 el propósito es que deben desaparecer los automotores que usen combustible fósil.
Por otro lado, las obras han evidenciado que los conductores de autos no conocen la ciudad, y saturan las vias alternas anunciadas y designadas. Dejan solitarias otras vías que pueden servir de valvula de escape las que se señalan por las autoridades, y que se puede distribuir de manera fluida y bien dispersa la carga vehicular liviana.
No obstante, hay que destacar el buen comportamiento que han presentado lla mayoria de los conductores, al manejar con precaución, cortesia, y sin el uso excesivo del claxon. Y sobre todo haciendo caso a las indicaciones que se dieron al comenzar las obras; salir con aticipación.
Desde luego que no faltan quienes se desesperan, se meten arbitrariamente en las filas, son groseros, rebasan por lados no permitidos, no guardan la distancia, no respetan las indicaciones de los auxiliares de vialidad, y sobre todo que conducen con altas velocidades, y son los que causan accidentes.
Hay un stress citadino latente y manifiesto, pero dentro de los parametros controlables. Quizá falten más campañas de sensibilización para enfrentarse a estas obras, tales como el “uno a uno”, dar prioridad al transporte público, a los ciclistas y al peatón. Que den capacitación adecuada a los “auxiliares de vialidad” y les den trato digno en sus jornadas laborales. Que el peatón y los ciclistas respeten los cruces, entre otras.
Porque terminará la obra de reconstrucción de la Avenida 5 de Febrero, y quizá sea funcional un cierto periodo. Sin embargo la congestión del trafico automotor llegó para quedarse en la capital de esta metropoli queretana. Nuevas formas de convivencia en la vialidad debemos de adoptar.
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