Manuel Basaldúa Hernández
El regreso a clases para los párvulos de la educación básica en este ciclo 2022-2023 será toda una aventura. No me refiero a esa curiosa sensación de ingresar a la escuela físicamente para buscar el salón asignado, y poder conocer a nuevos compañeros de clase, o de buscar a los anteriores para hacer un recuento de quien falta, o quien es el nuevo, de quien será la profesora o el profesor. Todo para empezar una preparación de los niños, futuros jóvenes que esperan lograr con sus conocimientos una inserción a una mejor vida en los planos económicos y sociales. La aventura se llama “La Nueva Escuela Mexicana”.
Con la novedad que no habrá reprobados, gracias al programa propuesto por la Secretaría de Educación Pública bajo el régimen de morena. Tampoco habrá los tradicionales grados académicos, sino fases. Todo enfocado a una supuesta nueva forma de pensar y de ser críticos. La postura que pretende imprimir el Gobierno Federal del régimen de López Obrador es que “La Nueva Escuela Mexicana reconoce que el centro escolar es un sistema social, plural y diverso pero muchas veces desigual, responsable de generar relaciones pedagógicas, culturales y sociales que mejoren y fortalezcan tanto la vida individual como
la comunitaria, dentro y fuera de la escuela”.
La apuesta es que “la comunidad” estará en el centro del pensamiento de la enseñanza básica. Pero hay algo que llama la atencion, se pretende con ello adoptar una postura “decolonial” (el termino corresponde a una idea que pretende desvincular a las etnias de la matriz colonial del poder -sic-), basado en la “epistemologia del sur”, que intenta revisar los inicios de la conquista como una relación de dominación de un pueblo por otro, en particular las sociedades europeas sobre de los pueblos de América Latina y al que se le ha impuesto una condicion de victima, de explotación, y opresión por parte del colonialismo y capitalismo global.
No me voy a detener en el señalamiento del documento de la SEP para hablar de su eje totalmente ideológico y panfletario, mas que instructivo y de enseñanza prágmatica, cientifica y pedagógica, sino a un elemento que se dice, es su mayor aportación: “la comunidad como núcleo del proceso educativo”, tal como lo señalamos en el parrafo anterior.
La idea y concepción de la comunidad, tal como se propone, nos remite al texto de El Laberinto de la Soledad, de Octavio Paz. Porque el regimen de López Obrador trae una herida abierta y un trauma como fantasma personal, siendo de raices familiares españolas directas, el lider ha reculado de su origen. Como también ve en el “neoliberalismo” no una forma de integrarse a la vida economica y productiva en el que el país debe participar en la aldea global, sino como otra herida histórica de la sociedad mexicana. Gran parte de los mexicanos que coinciden y simpatizan con el en su forma nacionalista y en una busqueda infructuosa de la soberania de una etnia idealizada. Traen tatuada una falsa identidad, una mascara impostada, y entre sus tropiezos han involucrado a gran parte de su niñez y juventud, ellos cree que “nuestro grito es una expresión de la voluntad mexicana de vivir cerrados al exterior, si, pero sobre todo cerrados frente al pasado. En ese grito condenamos nuestro origen y renegamos de nuestro hibridismo.” Un conflicto secreto que aun no hemos resuelto, dice Paz.
La Nueva Escuela Mexicana esta mas interesada en recuperar el penacho de Moctezuma que saber manejar el algoritmo para avanzar en el progreso
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