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Manuel Basaldúa Hernández

 

Todo tiene su contraparte, la cara de la otra moneda o su contrario. El desarrollo de una entidad también lo tiene. A medida que el nivel económico es alto, su capacidad de consumo también crece, por lo tanto, los desechos que se generan son directamente proporcionales.

 

En México se tiene contabilizado que por persona se genera 1.16 kilos de basura, digamos que esto derivado de su consumo de alimentos, cuidado personal e interacción en su vida diaria. Esto sin contar con los llamados “tiliches” que incrementan el porcentaje de generación de basura, y desde luego lo que se desecha desde los comercios y las empresas industriales.

 

Bajo este escenario de basura sumamos los de las casas habitación que son latas de alimentos, bolsas de pan, aceites comestibles, carnes, frutas y verduras, papel higiénico. Las de los comercios que son desde llantas de automóviles, cartones, plásticos industriales, desechos orgánicos tales como piel de pollo, grasa de cerdo, vidrios, entre otros materiales. Las empresas industriales si bien están regidas bajo un programa de retiro de sus desechos de manera especializada, otras que evaden esa responsabilidad se deshacen de manera clandestina de aceites, materiales espesos no degradables, aceites industriales, maderas o metales no comercializables.

 

Por si no fuera suficiente, en las calles y colonias se observan en los cauces de los canales de agua pluvial, puentes peatonales o en las esquinas, esos llamados “tiliches” que, aunque los gobiernos municipales tienen campañas continuas de recolección de tales materiales, la población genera más cantidad de esos deshechos que los que se pueden recoger. Así que se pueden observar sillones, sofás, sillas, macetas, televisores, y cuanta chuchería se puede usted imaginar que ya no le sea útil a los moradores.

 

México es un país que no tiene la menor consideración con su medio ambiente. Cualquier cauce de agua, ya sea un arroyo, un canal o un rio se convierte fácilmente en lugar para tirar deshechos, y lo que pudiera ser una corriente de agua o un escenario campirano, se convierte en un basurero que aumenta día a día. Los mexicanos tienen la predilección de tirar a cielo abierto la basura. De la noche a la mañana aparecen un los baldíos bolsas con basura o costales de “cascajo”.

 

El reciclaje y la reutilización de deshechos y basura se realiza en su mínima forma, y no significa una actividad importante tanto para las autoridades como para los empresarios que puedan aprovechar o destinar con otros propósitos la basura. Tan solo hace cinco años en México se recolectaron 107 mil cincuenta y seis toneladas de basura. El Inegi reportó que el 8% de los municipios del país no tenían servicio de recolección de basura, tan solo en Querétaro con su servicio de recolección que según las autoridades es efectiva, la basura pulula en calles y avenidas sin que se logre dar un servicio suficiente. No obstante, Querétaro esta lejos de ser considerada una entidad que genere demasiada basura. Según el propio Inegi, la ciudad de México, El Estado de México, jalisco, Veracruz, Nuevo león, Guanajuato y Puebla son las entidades que generan casi el 51 por ciento de la basura en el país.

Los programas de concientización sobre el manejo de deshechos y el manejo de la basura no han sido suficientes ni efectivos para que tengamos en México, y particularmente en Querétaro, una práctica ciudadana de cuidado del medio ambiente. Los hábitos de consumo de productos perecederos e imperecederos tampoco han sido objeto de un manejo responsable.

El calentamiento global es consecuencia tambien de la generación de basura y la manera en que se producen gases y otros materiales que impactan al medio ambiente. No conocemos cual es la huella de carbón ni de generación de gases con efecto invernadero de nuestra entidad. Si desconocemos estos datos, no podremos modificar nuestras conductas ambientales ni sabremos como actuar ante este fenomeno.

 

 

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