Luz Neón
-A poner las barbas a resecar-
Manuel Basaldúa Hernández
Se ha vuelto recurrente que, en cada mes de septiembre, en la Ciudad de México se lleve a cabo un gran simulacro ante un posible terremoto. Toda vez que la huella de aquel sismo de 1985 haya dejado una enorme cicatriz de tragedia entre la población de la capital del país. Estos ensayos han dado como resultado la aplicación de una serie de estrategias para enfrentar eventualmente otro temblor como aquel, o como el de 2019 que fue coincidentemente un sismo que ocurría el mismo del simulacro y de la rememoración. Tales ejercicios proporcionan a los ciudadanos formas de enfrentar situaciones críticas y los han hecho sensibles a esos eventos de la naturaleza. Además, se ha consolidado un ambiente de solidaridad, de mutualismo y de ayuda colectiva con una respuesta rápida, correcta y efectiva.
Es en estos puntos donde quiero poner énfasis: en la solidaridad, el mutualismo y la ayuda colectiva. La sociedad se convierte en un solo ente que responde a la eventualidad. Y aquí hablamos del Gobierno local, de las instituciones de protección civil y de la población. Que muestra no solo su civismo, sino su forma de cooperar de manera ordenada, mesurada y con pasos adecuados. La pertinencia, la programación y la prudencia para dar respuesta a una calamidad que afecta a todos.
Tomando ese ejemplo que citamos líneas arriba, Querétaro y las ciudades del Bajío deberían (deberíamos) de pensar en realizar un simulacro colectivo y oficial ante la eventualidad de que en alguna fecha nos quedáramos sin agua. Tal como está ocurriendo en la capital de Nuevo León y su periferia, en algunas ciudades de Chihuahua y en Sonora.
¿Qué hacer en situaciones de tandeo critico del agua? ¿Qué hacer frente a una escases total de varios días sin agua? ¿Cómo racionalizar y utilizar al máximo el agua en las unidades domésticas (la casa) cuando se corte el suministro? ¿Cómo distribuir en pipas el agua a las colonias? ¿Qué tipo de materiales y recipientes requiere la población para recibir la dotación del agua? ¿Qué cantidad necesitamos para nuestras necesidades básicas y como la reutilizamos? Estas y tantas preguntas e indicaciones necesitamos para poder enfrentar esa situación.
El Gobierno de Querétaro (y los Estados del Bajío) ya deberían de estar enviando a antropólogos, sociólogos, ambientalistas, ingenieros y expertos en el tema del agua, así como su personal de protección civil a Monterrey, a Hermosillo y Chihuahua para observar, estudiar y registrar los eventos y escenarios que tienen en esas ciudades, para elaborar un plan de acción frente a un recurrente y nada lejano escenario similar. El Gobierno del Estado en sus distintos niveles, así como
Instituciones y Agrupaciones de la sociedad civil ya deberían de estar pensando en ello, toda vez que el calentamiento global es una realidad y es irreversible, el abatimiento de los recursos naturales, y la creciente demanda urbana que reduce las fuentes de abastecimiento.
Para ello se necesita voluntad ciudadana, voluntad política, inversión en esos estudios y elaboración de planes de ese dichoso simulacro.
Todos estamos viendo esa desgracia de la falta de agua y hacemos como si no pasara nada. Como si a nosotros no nos fuera a ocurrir. La sequía es para otros. No podemos decir que si vemos aquellos desastres no podemos echar nuestras barbas a remojar, sino a resecar. Seguimos usando el agua como si tuviéramos suficiente. Seguimos siendo escépticos que a nosotros no nos puede pasar eso de Monterrey o Hermosillo. Porque la deforestación que se lleva a cabo en todo el planeta, en todo el país en todo el estado sigue avanzando como un cáncer maldito no nos afectará. (¿o el cáncer es la mega-urbanización a la que nos auto-sometemos?) No alcanzamos a dimensionar que Querétaro se suma a la deforestación como si fuera una obligación a la que si cumplimos cabalmente. Peña Colorada era un oasis verde, como el Tangano cercano al Cimatario, o el Parque La Barreta olvidado, así como otras áreas arbóreas a las que nos hemos ido carcomiendo poco a poco, con la voracidad de los desarrolladores de vivienda y como burla poner en los anuncios que hay que irse a vivir rodeados de naturaleza.
Pero como no podemos reforestar, ni detener la deforestación -ahí íesta el ejemplo de la destrucción de la selva maya- no nos queda otra más que prepararnos para la escases de agua. Por eso necesitamos medirnos cómo actuar ante ese desgraciado escenario. Cómo reaccionar ante la escases, de cómo priorizaríamos las raciones. Necesitamos hacer ese tipo de simulacros para que no tengamos que lamentarnos después y con la tragedia encima agravemos más las cosas. ¿O usted piensa que el Gobierno y la población ya sabe que hacer al respecto?
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