Neon

Manuel Bassaldúa Hernández

 

La toga y el birrete bien limpio y listo para ponerse esta dispuesto sobre la cama. Mientras tanto la mamá peina el pelo con suficiente gel que se le queda pegado a la cabeza de forma que el pelo queda muy relamido pero exacto. La camisa blanca impecablemente planchada. Su pantalón igual de planchado exhibe la raya en cada pierna. Los zapatos bien lustrados la noche anterior redondean el atuendo. Ante el espejo se revisan los últimos detalles. Se limpia la zona del bigote porque hay rastros de azúcar que comió previamente, de un “moño” que le trajo su abuelita. Hoy el pequeño Juanito concluye su formación preescolar. En el “kínder” será la ceremonia de entrega de reconocimientos, y él espera ver a sus amigos, a su maestra y a su salón. Será su última visita como estudiante de ese nivel, el próximo reto será la primaria. Así de pequeñito, parece una persona adulta, pero con cara de ángel y la ternura de un caballerito ya es la ilusión de su familia. En realidad, de su mamá y su abuelita. Su papá se fue cuando acababa de nacer. Y su mamá tuvo que hacerse cargo de su abuelita, de ella y desde luego del niño. Le ponen la toga y el birrete, se lo acomodan bien porque se le va de lado, su cabeza es muy pequeña aun, y el birrete se ladea. Lo cual le causa una risita nerviosa. Ya quiere irse a la escuela.

 

Cosme llega casi en la madrugada, con ojeras tan grandes que parece que trae antifaz, deja su cartera en un buró, deja sus lentes, se sienta pesadamente y recuesta en el sofá. Se duerme un buen rato y un par de horas después despierta sobre saltado. Sabe que hoy es el gran día, tiene que estar listo para alcanzar a sus hijos y su esposa en la Universidad. Hoy se gradúa su hija. Así que se dirige a ducharse y ponerse la ropa que su esposa le dejo colgada en el closet para él. Cosme ya ha visto esta misma ceremonia de graduación de su hijo primogénito que es ingeniero, de su segundo hijo que estudio mecatrónica y se graduó de esa carrera muy a regañadientes porque él no entendía de que se trataba bien esa profesión, si es que es una profesión, pero lo convenció la beca que le dieron. Un hijo mas no se complicó la vida y se metió a estudiar una carrera corta de Mecánica y Diesel. Pero hoy es la ceremonia donde su hija se gradúa de Doctora, y eso le emociona demasiado, le gana la sonrisa en su rostro. Cosme sabe que a las acabaladas con su sueldo de taxista, pero le dio oportunidad de que todos sus hijos “estudiaran”.

 

Junio y Julio son, generalmente, los meses de las graduaciones de los estudiantes. No hay ceremonia más solemne que reúna genuinamente a la familia que la graduación de un alumno. El momento es casi mágico, emotivo, y que no concluye con esa etapa, sino que despierta otra con mayores ilusiones y sueños.

 

La escuela, después de la familia, sigue siendo un espacio vital para el funcionamiento de la sociedad. En esta se tejen relaciones, amistades, compromisos y retos. Pero también se hace palpable la utilidad de las instituciones educativas, de los maestros, de los estudiantes y de cada uno de los integrantes de la familia. La rutina, lo cotidiano, y los momentos de tedio, stress, angustia, aburrición, ansia, y sorpresa por descubrir algo nuevo, de aprendizaje voluntario o forzoso, cobran significado cuando se entrega la constancia de estudios, o el título del nuevo profesionista.

 

Desde las fastuosas hasta las más humildes, desde el preescolar hasta las de nivel profesional, las ceremonias de graduación dejan al descubierto los esfuerzos que los padres de familia, o las madres solteras, o las abuelitas, han hecho en todo un trayecto para sostener al estudiante con lo suficiente y necesario para su formación académica. Pasos necesarios para aspirar a luchar por entrar al mercado laboral con más recursos y capacidades. Aunque ya no se usa tanto la idea y la frase, pero va implícita en ese discreto silencio el que se debe seguir en la escuela para lograr “ser alguien”.

 

Después esta gran pausa que ocasionó el encierro por la pandemia, nuevamente y de forma atípica, se han llevado a cabo ceremonias de graduación en los distintos niveles de educación. Causa entusiasmo y gusto saber que pequeñines bien peinados y con su uniforme pulcro reciban su diploma de conclusión de cursos, como algunos otros de nivel medio superior y profesional. De acuerdo a los datos oficiales, en el periodo de 2019-2020 había un universo de 664 mil estudiantes, de los cuales 50.18 % eran mujeres y 49.82 hombres. El 70. 53% de educación básica, 13.83% de educación media superior y el 14.43% de educación superior. Ahora no sabemos todavía como son los números, y la calidad de los resultados, pero se continua con ese esfuerzo.

 

La escuela y la educación, siguen siendo un espacio de aspiraciones e ilusiones para muchas familias y sus estudiantes. Quizá haya escépticos que dudan de la formación académica. Pero lo más seguro es que se seguirá apostando por los padres de familia, las madres de familia y el estado a seguir con ese esfuerzo encomiable.

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