Neon

Luz Neón 70

Manuel Bassaldúa Hernández

 

Hemos visto las noticias de Nuevo León, donde hay un severa escases de agua y la gente está desesperada. En caso contrario, en Oaxaca las inundaciones han asolado la mayoría de los municipios y no existe un fondo de ayuda para ayudar a las víctimas de ese desastre. El país entero esta arrinconado por una violencia latente. En nuestro Estado pareciera que los problemas son de otra naturaleza: un pésimo servicio de transporte público, basura en las calles, robos en casas habitación e inseguridad pública, y una creciente inmigración que transforma nuestro ambiente.  Todos estos elementos, entre muchos otros de naturaleza similar, provocan un ambiente que nos aleja de vivir con un clima de tranquilidad y certeza del futuro.

 

Por si no fuera poco, el clima político en México esta enrarecido por la fuerte división política e ideológica a la que nos ha sometido el actual partido en el poder. El líder de ese movimiento, en su loca lucha contra lo que él ha llamado sus “adversarios”, como versa el dicho popular, “se está llevando entre las patas” a gran sector de la población a la que tanto pregona que ayudara.

 

Muchos ciudadanos nos envidian por nuestros recursos naturales y ubicación geográfica: contamos con acceso a dos mares, el Pacifico y el Golfo de México, tenemos muchos microclimas, recursos minerales, bosques, buen clima para cultivos, ricas culturas ancestrales y contemporáneas, una vecindad con Estados Unidos, etc. Pero no podemos disfrutar de las riquezas, del trabajo y de la cordialidad entre nuestros pueblos y clases sociales y económicas, porque hay inequidad, despojos, corrupción, y otras mañas nocivas que lo impiden. Hemos venido acumulando muchos agravios, propios y ajenos, tanto de personajes venidos a caciques, de organizaciones, de partidos, de clases, de razas, de grupos, que no nos han dejado tener una temporada de vida tranquila y que nos permita visualizar un desarrollo optimo y productivo. Pareciera como si fuéramos herederos de una maldición o de un hechizo de mala leche.

 

¿Hay alguna explicación racional al respecto?

 

Eric Van Young, ha escrito el libro “Pasaje tormentoso: México de la colonia a la república 1750-1850”. Y una parte de este libro ha sido publicada en el reciente número de la revista nexos.  En este texto, el historiador estadounidense, eminente profesor de la Universidad de California en San Diego, plantea la pregunta “¿Cuáles fueron las causas de la infinita inestabilidad política del primer México independiente?”, y las respuestas que expone se escuchan tan claras y tan recientes, que parece que está describiendo a nuestro México actual.  Les comparto algunos de los puntos centrales, a ver que opinan de ellos, y si acaso coinciden conmigo de que son muy acertados.

 

Van Young dice que los personajes de la vida política mexicana fracasaron en su intento de brindar una estabilidad duradera a esta sociedad. De igual forma explica porque hombres muy preclaros y de gran talento fracasaron en esa encomienda.

 

Señala una frase contundente que es aplicable a estas nuevas generaciones, como la actual que está en el gobierno, de igual forma que entre aquella gente de poder en el México histórico, dice Van Young que hay “una incapacidad, común a todos los participantes del juego político, de llegar a un consenso sobre lo que era correcto y justo”.

 

Esta incapacidad estaba acompañada por ese hábito mental dentro de una debilidad institucional. Las causas de esto eran: un fuerte poder del presidente; los intereses materiales de las elites políticas; el drama interpersonal de las enemistades y rivalidades entre los habitantes del mundo político; la vaguedad de las afiliaciones políticas; y la presencia de diferencias políticas ideológicas irreconciliables entre muchos de los actores políticos. Esto último, señala el historiador, por una ausencia de un principio general de legitimidad compartido entre esos actores políticos.

 

Pareciera ser que estos preceptos de esa inestabilidad siguen vigentes, pero que se ve más marcada la actuación entre esos actores dentro de una esfera apartada totalmente de los intereses de la ciudadanía, mientras entre ellos siguen repartiéndose el poder y la economía, los privilegios y las canonjías. Todos ellos de acuerdo a sus intereses, y llegando al poder gracias a los de abajo, mantienen una fórmula que operaba desde la época colonial respecto a las leyes: “obedezco pero no cumplo”.

 

La prevalencia de la no unidad y la falta de identificación entre cada uno de los mexicanos tanto en aquella época como en la actual, entre los de la elite y los de a pie, el pueblo bueno, o lo que conocemos como las fuerzas vivas, nos muestra una triste idea que sentenció Lucas Alamán en un aforismo: “en México no hay mexicanos”.

 

¿Cree usted de Eric van Young tiene razón en sus apreciaciones, o simplemente son visiones de un norteamericano viendo a un país con fatalidad?

 

 

 

 

 

 

 

 

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