Luz Neón
Manuel Basaldúa Hernández
Querétaro se distinguía por mantener impecable la arquitectura colonial en el centro de su ciudad. A partir de que sus calles cambiaron del empedrado a la cantera, tuvo una personalidad mas robusta. Los diseños urbanos contempóraneos que se aplicaban después de la segunda mitad del Siglo XX iban de acuerdo a su entorno. En este sentido, la ciudad todavía reflejaba el animo y el espirítu de sus habitantes.
Dicen Pedro A. Ramos, Angelica R. Terrazas en un ensayo publicado en la Revista de la UAEH, que “los centros históricos son la parte más antigua de cualquier ciudad, representan las primeras construcciones de su fundación e incluyen espacios donde se ubican los principales mercados, comercios, oficinas públicas y casas de las familias fundadoras. Estos espacios representan lo que en alguna época de la historia no solo fue el corazón mismo de las ciudades si no toda su extensión”.
La inevitable transformación de lo rural a lo industrial en nuestra entidad tuvo el mismo efecto que la bola de nieve, la idea de la modernidad en Querétaro vino a cambiar la forma de pensamiento de algunos habitantes, y los inmigrantes trajeron estilos que contrastaban con el paisaje barroco y colonial. No obstante esos cambios de diseño en las primeras etapas, la imagen no violentaba el entorno urbano que guardaba aun ese aire señorial. Pero la esencia del cambio es la negación radical o la destrucción de las bases antiguas para dar paso a lo “nuevo”. Esta mezcla de diseños, formas y estilos se han armonizado en muchas ciudades europeas, no así en nuestro continente americano, que ha encapsulado los centros históricos y poco a poco se han permeado transformaciones de diseño que han reducido las áreas históricas.
Y en Querétaro no ha sido la excepción. El Centro Histórico ha ido desapareciendo paulatinamente con todos esos atributos que antes lo caracterizaban. El deterioro de sus calles de cantera, la gentrificación intensiva, la saturación de comercios establecidos que cubren las viviendas antiguas, con sus estantes que parecen la extensión del comercio ambulante, la explotación sin control del turismo, entre otros elementos, han transformado la físonomia del Centro Histórico. Y si esto no fuera suficiente, la construcción de nuevas áreas destinadas a los autos, entre otros usos, representa un riesgo mas para la desaparición del Centro Histórico como Patrimonio de la Humanidad.
La reciente construcción del estacionamiento de el mercado de La Cruz, uno de los mercados tradicionales y uno de los barrios más antiguos, representa el monumento al adefesio. Su estructura no representa ninguna corriente arquitectónica, y da la imagen de ser un simple montón de metal y concreto de mal gusto. Las áreas que lo componen muestran un abigarrado espacio en cada uno de sus niveles, que da la impresión claustrofóbica no obstante algunos puntos abiertos.
Al construir los accesos de niveles y las escaleras, redujeron el espacio dedicado a los puestos del tradicional tianguis. La mampostería también ha contribuido a esa reducción, por lo que algunos de los comerciantes pueden ser enviados a un nivel superior. Y con ello se fragmentara el tianguis, y complicara el uso del estacionamiento.
En su diseño, vemos que no tiene una fachada central que lo identifique, y sus laterales son anodinas. No buscaron siquiera armonizar el propio diseño muy simple que guarda el mercado de La Cruz y el edificio del estacionamiento.
Ni siquiera cuenta con espacios para ornamentación vegetal o de flora que pudiera usarse para mitigar la fealdad del edificio. A propósito de este aspecto medioambiental, el excesivo uso de concreto y hierro extiende una área de aridez que no conviene a la ecología. A propósito de la escases y del stress hídrico de la zona no se aprovecho su diseño para incorporar mecanismos para la cosecha de agua y así ayudar a mitigar las inundaciones en esa zona. Y si hablamos de los llamados vicios ocultos, o evidentes podríamos decir, que ahora que sea temporada de lluvias las bajadas de agua dan directo a los pies de los peatones que transiten en las banquetas, las angostas banquetas o inexistentes banquetas. Y la siempre misteriosa fuente de agua que quedo en el sótano del edificio no sabemos que efectos tendrá al paso del tiempo y la afectación al cuerpo de este mismo. Antes del inicio de su funcionamiento, se pueden observar algunas filtraciones de esa humedad en los niveles de la planta baja y el acceso al sótano.
Ya para finalizar, no hay que pasar por alto que no se atendió el entorno del estacionamiento y del mercado en relación al beneficio del peatón y de las personas con capacidades diferentes. Al mercado acuden muchos habitantes, propios y visitantes de la tercera edad y con las capacidades diferentes a las que hemos hecho alusión, incluso, teniendo ahí cerca a la escuela de débiles visuales no se les tomo en cuenta, de tal forma que no se vio la modificación en banquetas, accesos, un elevador a los pisos elevados, rampas, avisos en braile, entre otros, que ayuden a transitar de manera segura.
No crean que solo señalare las partes negativas, también señalare la parte positiva: el uso para un poco más de un par de centenares de autos.
El edificio del estacionamiento de el mercado de La Cruz ha reducido el área del estilo del Centro Histórico, desapareciendo el concepto de colonial de la ciudad y trastocando el entorno y primera periferia del Patrimonio de la Humanidad. Contribuye a la desaparición del modelo que tienen las casas coloniales y da paso a las construcciones que no guardan relación entre si. Pareciera que las facultades de arquitectura, las corrientes académicas urbanistas contemporáneas y quienes son responsables de la planificación de las ciudades tienen una gran deuda con los centros históricos.
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